Hoy analizamos uno de los problemas que están más en uso en los últimos años. Se llaman los trastornos de la ATM, o lo que es lo mismo, la articulación temporomandibular. Y una patología que produce problemas que afectan a nuestro día a día. Esta articulación nos permite realizar acciones vitales como hablar y comer, por lo que, si existe una patología, es importante detectarla a tiempo para ponerle remedio. Seguro que alguna vez has tenido estos síntomas, pero seguro también que nunca has pensado que estabas ante un problema importante.

La odontología en España según los profesionales vive un buen momento. En Clínica Dental Gaudí creen también que a pesar de las dificultades que estamos viviendo en los últimos meses, España cada vez tiene a una población más concienciada sobre la necesidad de disponer de la mejor salud dental que sea posible. Lo cierto es que todas las disciplinas de la odontología no solo se han estabilizado, también están creciendo, donde podemos destacar la ortodoncia, la implantología o la estética dental como las que han tenido un mayor crecimiento.

Con el paso de los años, es lógico que nuestro cuerpo sufra las consecuencias de la edad. Es algo que no nos tiene que asustar y que nos tenemos que tomar como natural. A todo el mundo le pasa. Pero sí que es cierto que podemos hacer cosas para evitar que esas consecuencias de los años se minimicen o que se retrase su aparición. No cabe la menor duda de que ese es el objetivo de una enorme cantidad de personas en nuestro país y que, desde luego, es fundamental que haya quien preste esos servicios tan necesarios.

En familia se hacen muchas cosas. Se va a la compra, para que así los más pequeños comiencen a saber lo que son las responsabilidades de casa. También se van de acampada, para pasar más tiempo, hacer olvidar las redes sociales y las maquinitas y amar a la naturaleza. También se puede hacer deporte o ir a verlo algún polideportivo. Pero hay una cosa que nunca se hace y que nosotros queremos recomendar, no es otra que ir al dentista. Sí, como suena. ¿Por qué? Pues porque de esta manera se puede aprender a quitarse el miedo a los dentistas. Pero también para que los más pequeños de casa comiencen ya a valorar y a tener una salud bucodental correcta.

Vivimos momentos complicados, para muchas personas los más difíciles a los que se han tenido que enfrentar en toda su vida. La llegada de una pandemia como la que todavía estamos viviendo ha precipitado los acontecimientos: y es que no solo nos encontramos en peligro en términos sanitarios, como ya todos sabemos, si no que, además, hay peligro de que se esfumen nuestros puestos de trabajo y, como consecuencia, todas y cada una de nuestras aspiraciones económicas. La verdad es que esto ya es suficiente como para no estar pasándolo nada bien. A lo largo de todos estos meses, se ha elevado la voz de muchos expertos que manifiestan el peligro que entrañan las consecuencias psicológicas del coronavirus en la población. En primer lugar, el peligro era el relativo a no socializar ni con nuestros amigos ni con la familia que no residiera en nuestro propio domicilio. Pero, a medida que han ido avanzando las semanas y se han ido sucediendo los rebrotes, el peligro piscológico se ha extendido a todos los campos de nuestro ser. Y es que la mayoría de la población se encuentra en un estado de depresión a causa de que las cosas no mejoran y que parece que no lo van a hacer en bastante tiempo.

En los últimos años se ha puesto de moda eso de los injertos capilares. Lo de ser calvo ya forma parte de la historia. Durante toda la vida se ha intentado vender crece pelo, para que los hombres no perdieran su parte más valiosa. Pero como era lógico, todo era, mentira. Las nuevas tecnologías han dado la razón a estos parlanchines que se recorrían el lejano Oeste con su pócima mágica. Hoy en día, el hombre que es calvo lo es porque quiere.

Hay muchas cosas en esta vida que podríamos hacer mucho mejor si nos habituáramos a hacerlas de otra manera. Los hábitos y las rutinas son necesarias durante toda nuestra existencia y asumirlos como propios es algo muy importante para conseguir que aquello que estamos haciendo tenga un impacto positivo sobre nuestra existencia. Por ejemplo, podríamos hablar de la importancia que tiene habituarse a salir a andar o a correr. A mover el esqueleto, en general. Si no nos acostumbramos a ello, lo más lógico es que nos termine dando pereza movernos y terminemos siendo presos de la vida sedentaria que ya tiene demasiada gente en un país como España.

Uno de los más grandes deseos del ser humano es resultar atractivo de cara al resto de su especie. Estamos convencidos de que este asunto es de vital importancia para un gran porcentaje de las personas que habitamos esta Tierra. Y seguro que muchos de vosotros y vosotras también lo estáis. La belleza siempre es concebida como una ventaja y precisamente por eso, aunque no la consideremos primordial, a nadie le amarga que le digan lo bello o bella que es. Es algo que nos parece lógico y que, de hecho, va a seguir siendo habitual en el futuro. 

El síndrome de Down debe su nombre al apellido del médico británico John Langdon Haydon Down quien, en el año 1866, describió la serie de características que tenían en común una serie de personas, sin poder determinar su causa. Fue el especialista en genética francés Jérôme Lejeune, en el año 1958, quien descubrió que este síndrome es una alteración genética que se produce por la presencia de un cromosoma extra en el par 21, por lo que a este síndrome también se conoce como trisomía 21. Esta alteración de cromosomas se produce de forma espontánea durante la gestación, sin que se conozca de forma exacta su causa, por lo que resulta imposible prevenirlo, únicamente se ha podido constatar que existen factores de riesgo que indican una mayor probabilidad de que se desarrolle cuando la edad de la madre en el momento de la concepción supera los 35 años o que los padres sean portadores de la translocación genética para este síndrome. 

Todos estaremos de acuerdo en que la sonrisa es una inmejorable carta de presentación. Al final nuestra naturaleza es sonreír y lo hacemos antes de poder hablar. Es fundamental a la hora de saber cómo nos sentimos, puesto que nuestra sonrisa se activa con los receptores del placer en el plano biológico y afectará en cómo los demás nos ven y percibir.