Si existe una certeza en la vida es que todos vamos para mayores. Por mucho que nos sintamos jóvenes y sanos, los años no pasan en balde. Tomar conciencia de nuestras limitaciones, llegado el momento es algo que puede resultar difícil de gestionar. Razón por la que son los hijos quienes debemos ocuparnos de tomar algunas decisiones o ayudar a nuestros mayores a tomarlas. Hablamos de los cuidados necesarios cuando se llega a una edad en la que la ayuda, resulta indispensable. Ni que decir tiene que no todo el mundo llega hasta el punto de requerir cuidados en el domicilio o en una residencia. Por fortuna, para muchos mayores, vivir en su casa de forma autónoma e independiente, es posible.
La cuestión es cuando esto, no es posible y son necesarios cuidados específicos o continuos para preservar la salud y seguridad de los mayores. Llegados a este punto, cabe plantearse cuál es la opción más adecuada: una residencia o, asistencia en el domicilio.
Dado que se trata de un asunto delicado, con infinidad de matices, hemos acudido a la Residencia Nuestra Sra. Del Rosario, donde sus profesionales, dedicados al cuidado de los mayores, nos han asesorado un poco al respecto, para tomar una decisión más informada, llegado el caso. Con lo que nos han transmitido pretendemos ayudar a todas aquellas personas que se hallen en dicha situación, a determinar la mejor opción posible en cada caso.
Es habitual que con el paso de los años, aparezcan y surjan las limitaciones. Esto conlleva una pérdida de autonomía en mayor o menor grado. Puesto que cada persona envejece de forma diferente, una cosa está clara, a mayor edad, más cuidados se necesitan. Se trata de algo natural que sucede como parte del ciclo vital de las personas, sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que los familiares no disponen del tiempo suficiente para proporcionar los cuidados necesarios a sus mayores. Por lo que toca plantearse las diferentes opciones de las cuales vamos a hablar a continuación.
Un asunto delicado, una decisión de gran importancia
Este tipo de decisiones no debe ni puede tomarse a la ligera, ni de forma apresurada. Aunque también es cierto que en muchas ocasiones se dispone de muy poco tiempo para poder tomar la decisión. Razón de más para continuar leyendo y conocer un poco más sobre las ventajas y desventajas que ofrecen, tanto el cuidado a domicilio o en casa, o el ingreso en una residencia.
Empezando por lo, supuestamente, más sencillo, como pueden ser los cuidados en casa, podemos decir que se caracterizan por ofrecer los recursos necesarios, que permiten atender las necesidades diarias de aquellas personas que desean permanecer en su hogar. Así conservan su independencia y mejoran su calidad de vida. Dentro de este tipo de servicios, podemos destacar los siguientes:
- TAD o teleasistencia domiciliaria, un servicio conocido por el botón en caso de emergencia y ofrecer atención inmediata y permanente, veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año. Esta modalidad ha evolucionado e incorporado innovaciones para ofrecer recursos y ser un acompañamiento para la persona.
- SAD o servicio de ayuda a domicilio, es otra de las opciones que hace posible que los mayores o personas dependientes, reciban la ayuda necesaria en su domicilio, mediante la atención continua llevada a cabo por cuidadores profesionales, dentro de un entorno conocido y adaptado a las circunstancias particulares de cada persona.
Este tipo de atención ofrece unas ventajas que vale la pena tener en cuenta. Tanto la teleasistencia como los cuidados en el domicilio, son unos servicios que se encuentran en auge, por haberse convertido en una de las mejores opciones para el cuidado de los mayores en su propio hogar. La clave de su éxito, reside en que proporciona un sistema de cuidados accesible e innovador, tanto a nivel tecnológico como social.
Entre sus ventajas, podemos destacar la permanencia en el domicilio, sin duda, la principal de todas, puesto que permite a los mayores permanecer en un entorno conocido, sintiéndose cómodos y seguros. La atención que reciben los mayores es totalmente personalizada, puesto que tanto TAD como SAD, ofrecen servicios adaptados a las necesidades de cada persona. Mantiene la autonomía de las personas en la medida de lo posible, lo que favorece su estado mental, ya que la pérdida de independencia, repercute notablemente en el estado emocional y psíquico.
Otras de las ventajas que ofrecen los cuidados a domicilio son la intimidad y el ahorro económico que supone. Además, existe tanto una oferta de trabajadores pública como privada, lo que permite todavía mayor personalización.
Aunque se trate de una elección con muchas ventajas, no podemos obviar los inconvenientes que puede presentar este tipo de cuidado. Existen situaciones en las que los mayores, sufren condiciones físicas o de salud que hacen que requieran mayores cuidados o ayuda en ciertas tareas, viven solos y no cuentan con el apoyo de los familiares, por lo que este tipo de asistencia, se queda corto. Llegado este caso, hay que valorar muy bien la situación para poder brindar a nuestros mayores los cuidados necesarios.
¿Nos vamos a la resi?
Sin duda, la primera opción es la más ideal en la mayoría de los casos. Sin embargo, hay que contemplar la opción de la residencia, puesto que llega un momento en el que es muy posible que sea necesario recurrir a ella. Por lo general, las personas que solicitan plaza en una residencia, suelen pasar los ochenta años y contar con un grado de dependencia que les impide vivir de forma autónoma. Aunque los servicios de atención en el domicilio se entienden como una alternativa a las residencias, debemos tener claro que bajo algunas circunstancias, la mejor opción puede ser el ingreso en una residencia.
Algunas de las circunstancias pueden ser vivir en un hogar que no esté adaptado a la condición de la persona mayor o la necesidad de recibir una asistencia sanitaria constante. En consecuencia de este tipo de circunstancias, las residencias para mayores, ofrecen una serie de ventajas a contemplar.
Lo primero que se deba hacer es acercarse a ellas y conocer de primera mano cómo atienden y cuidan a los internos. Esto permite a la familia sentirse más cómodos y tranquilos con la decisión que están a punto de tomar. Conocer desde dentro los beneficios que supone para mejorar la calidad de vida de los mayores, son un plus añadido. Por ejemplo, se trata de centros adaptados a las necesidades de las personas que tienen un alto grado de dependencia, garantizando una movilidad segura por las instalaciones. Respecto a los servicios, se centran en mejorar las condiciones de salud de los residentes y mantener su autonomía lo máximo posible.
Por otro lado, se trata de un entorno saludable para los mayores, en el que se les permite y se propicia la creación de nuevas relaciones sociales, realizan actividades ocupacionales y culturales y se mantienen activos. Además, la estancia en una residencia no tiene porqué ser definitiva, puede tratarse de algo temporal y volver al hogar si lo desea.
Sin lugar a dudas, una residencia para mayores, es uno de los lugares que mejor preparado esta para atender a las personas de avanzada edad. Con independencia de la condición de salud, lo cierto es que, las residencias no cuentan con unos servicios y actividades tan personalizados como los que ofrecen los servicios de cuidado domiciliario. Aunque la principal desventaja que presenta una residencia, es que la persona mayor, debe abandonar su domicilio. Esto hace que tengan que adaptarse a un nuevo entorno, lo que puede generar las siguientes consecuencias:
- Trastornos del estado de ánimo.
- Incremento de la dependencia.
- Disminución de la autoestima.
- Problemas de desorientación.
- Mayor riesgo de aislamiento e inactividad.
- Aparición de problemas de salud o empeoramiento de los existentes.
Por lo tanto, llegado el caso, nos encontramos en una encrucijada. Teniendo en cuenta todo lo citado en este artículo, considerar ambas opciones no siempre es posible. Sin embargo, se trata de una decisión que debe tomarse entre todos los miembros de la familia. En el caso de que la persona mayor no sufra un grado de incapacidad total, debe formar parte activa de la decisión, puesto que debe primar su preferencia sobre la del resto.
Aparte de tener en cuenta este factor, hay que considerar que cada persona es diferente y, donde hay mayores que rechazan de plano cualquier posibilidad, los hay abiertos a todo lo que sea mejor para ellos. Por lo tanto, antes de decidir si la persona mayor se encuentra mejor en casa o en una residencia, hay que valorar si puede vivir por su cuenta y es capaz de valerse, consultar con un profesional de la medicina, respecto a la salud del mayor y, muy importante, escuchar lo que nuestro mayor, opina al respecto.
En resumidas cuentas, se trata de una decisión que puede resultar compleja en función de las circunstancias particulares de cada familia y, por supuesto, de cómo desea envejecer y pasar sus últimos años, la persona mayor. Lo esencial es tomar la decisión que garantice su mejor calidad de vida.