Los pies de los bebés están en constante crecimiento y por eso, es aconsejable elegir un calzado adecuado. Sin embargo, la mayoría de los podólogos explica que es aconsejable que el bebé pase la mayor parte del tiempo descalzo o con calcetines antideslizantes durante los primeros meses de vida.
De esta forma, se favorece el desarrollo psicomotor y se tonifican los músculos del pie. Pero, el bebé necesita usar zapatos, cuando sale al exterior, cuando empieza a gatear o cuando hace frío.
Los zapatos para recién nacidos protegen los pies del frío. Se recomiendan calcetines o patucos ligeros de algodón o lana. Opta por una puntera ligeramente redonda o cuadrada para que se adapte mejor a la forma del pie.
También es importante que la suela sea lisa y no supere los 2 o 3 mm. El interior del patuco debe tener un acabado suave y sin costuras. Los patucos transmiten ternura y suelen estar hechos de crochet e incluyen algún lazo.
Este calzado se utiliza para mantener calientes los pies de los bebés y para completar el conjunto del pequeño. También puedes necesitarlos cuando las temperaturas bajan por la noche, ya que los recién nacidos tardan más en acostumbrarse al frío.
Los profesionales de Newness, expertos en ropa infantil, explican que optes por un material transpirable y cómodo para el niñ@.
Los pies de los bebés suelen quedarse fríos, incluso en épocas de calor. Debes saber que la mayor parte del calor del cuerpo del recién nacido se escapa por la cabeza y por los pies.
Otra de las ventajas es que los patucos protegen la delicada piel del bebé de las quemaduras solares. El pequeño estará cómodo, por lo que les ayuda a descansar mejor.
Cuando el bebé empieza a gatear es importante que lleve un calzado adecuado, ya que debe proteger los dedos y el talón de posibles golpes. Se recomienda que los zapatos tengan refuerzos externos en la puntera o el talón, pero que sean flexibles y transpirables. Los más idóneos son los de piel o lona.
Para que el pequeño pueda equilibrarse mejor, la suela debe ser antideslizante y no muy gruesa. El cierre debe ser fácil de poner y quitar, como el velcro.
Cuando el bebé da sus primeros pasos, el calzado debe facilitar la estabilidad del pie. Se recomienda que los zapatos tengan un contrafuerte alto que sujete el talón y la puntera debe ser amplia para que los dedos puedan moverse libremente.
Escoge un zapato con suela flexible y antideslizante. El material debe ser transpirable y resistente, como la piel o la lona. Para elegir bien la talla de zapatos para tu bebé es fundamental medir el pie del niño con frecuencia.
Un zapato demasiado pequeño o grande puede causar rozaduras, ampollas, uñas encarnadas o deformidades. Para medir el pie del pequeño, puedes usar una cinta métrica o una plantilla de cartón.
Lo ideal es hacerlo por la tarde, porque el pie está más hinchado. El bebé debe estar de pie y apoyado sobre una superficie plana. Lo mejor es medir desde el talón hasta el dedo más largo y añadir unos 5 mm de margen.
Para comprobar que el calzado le queda bien, puedes introducir tu dedo índice entre el talón y el zapato. También puedes presionar la puntera del zapato con el pulgar y el índice. Lo ideal es que quede un espacio de unos 10 mm entre el dedo más largo del bebé y el zapato.
Es recomendable revisar la talla de los zapatos cada dos o tres meses. El niño no puede llevar zapatos heredados o prestados, porque cada niño tiene una forma de pie diferente y el zapato puede estar deformado.
Es muy importante fijarse en el forro del zapato para que no tenga costuras, ya que el pequeño tendrá ampollas y rozaduras. Comprueba que el calzado no tenga tintes tóxicos porque puede resultar perjudicial si entra en contacto con la boca del bebé.
Las botas de lluvia son idóneas para los meses de invierno, por lo que son muy útiles para mantener los pies secos. Escoge el modelo más práctico y de mejor calidad. Opta por unas botas de agua de caucho y con una suela de goma antideslizante.
«Los expertos opinan que lo ideal es realizar una visita preventiva a la consulta del profesional de la Podología por primera vez cuando el niño tiene entre 4 y 5 años. En cualquier caso, resulta necesario que las madres y los padres estén pendientes y observen a sus hijos, por si ven algo anómalo en su pisada, marcha desviada, caídas frecuentes o pequeñas deformaciones en uñas o pies. Y, por supuesto, si los pequeños se quejan de dolores en los talones, las rodillas o las piernas», informa la revista Sapos y Princesas.